
Límite es el lugar de encuentro entre el niño y el adulto. Un adulto periférico, que cuida, envuelve, protege. Un adulto que genera ambientes seguros dónde el niño pueda crecer con libertad, dónde puede ser como él quiere dentro de un ambiente cuidado. Límite es la frontera dónde el niño se encuentra con el adulto que aparece para proteger al niño de un riesgo mayor.
Mariano Kasanetz
Tenemos hoy en día un grave problema con la palabra Límite. Nos parece que es privar a los niños de libertad, de riqueza, de ser ellos mismos… Nos parece algo indeseable, un problema… Y, como dice Mariano Kasanetz «es como si la piel fuese un problema». La piel nos permite percibir el entorno sin disolvernos en él. Si no tenemos esa piel, ese límite, nos perdemos en el entorno y eso genera una enorme ansiedad e inquietud. No sabemos dónde está el espacio seguro.
Sonia Kliass plantea de forma sencilla y brillante en este libro, El arte de poner límites , el verdadero respeto por los niños y no es lo que tenemos entendido por respeto, ni mucho menos. Hay tantos casos prácticos en el libro que es muy fácil sentirse identificado en muchísimos y que otros te sirvan de ejemplo para cuando se da el momento o situación. Porque la teoría la conocemos todos pero cuando llega el momento muchas veces es difícil tener la respuesta adecuada porque nos faltan muchas de las herramientas de la «lista» que plantea Sonia.
Recuerdo la primera charla a la que acudí de ella, dijo una frase que me ha quedado grabada de por vida : los niños son felices cuando mamá se encarga «simplemente» de cuidar de ellos y de la casa. Me llegó al alma porque es algo que he podido constatar por mí misma con Violette. Y me he ahorrado el 90 % de conflictos cuando he estado en casa, simplemente haciendo las tareas tranquilamente, cocinando, marcando un ritmo y un horario pausado, la tranquilidad que de ella emanaba era increíble. El gesto de envolver, nutrir y cuidar a nuestros hijos, les dota de envolturas que les dan muchísima seguridad, los niños necesitan envolturas cálidas para crecer tranquilos, físicas, emocionales y espirituales.
Pero ¿ qué significa «simplemente» cuidar de ellos y de la casa? para mí significa PRESENCIA. Algo tan tan complicado estos días y tiempos de dispersión y disociación. Presencia, que les acoge, les sana y nos sana y nos da la respuesta adecuada en el momento adecuado.
Le escribí a Sonia hace poco porque quería hacer una consulta de acompañamiento con ella. Siete años de hija única y de repente, aparece Dante, profundamente demandante. El cansancio, la situación externa que no podemos obviar que vivimos, convertirse en mamá de dos y sentirse incapaz de poder responder a la demanda de dos momentos vitales tan diferentes… Uno pierde esa presencia propia y puede llegar a sentir que ha echado por tierra todo el trabajo anterior. Pero no nos olvidemos que no cuidamos nosotros solos a nuestros hijos, aunque no nos lo parezca, ellos vienen protegidos por muchas fuerzas de luz. No nos olvidemos que no estamos solos, pidamos ayuda, no es vergonzoso ni nada rebajante. Tenemos que desterrar esa idea: compartir todo aquello que nos duele y preocupa nos une, refuerza la amistad, el compañerismo, el amor, nos hace crear vínculos y crecer entre nosotros. No olvidemos que los niños aprenden por imitación. Y a mí la ayuda me ha llegado en forma de este libro, justo en este momento.
Este libro ha sido como agua de mayo para mí. Si bien en el momento vulnerable que supone posparto, lactancia…he podido sentir alguna que otra punzada de dolor al leerlo por haberme equivocado tanto últimamente también es cierto que en otras tantas he acertado un montón (cuando he tenido la mayoría de elementos de la «lista» gracias a la PRESENCIA y «simplemente» estar y cuidar) y que la vida da una y otra oportunidad siempre de reparar y sanar. Los niños tienen esa capacidad de amar tan grande que remueve el corazón, los niños nos perdonan cada día y están deseosos de aprender de nosotros y eso nos devuelve esa responsabilidad de ser dignos de imitar. Muchas veces pensamos que nos están pidiendo un límite y nos están pidiendo presencia, porque dejamos el cuerpo a veces y nos vamos con la mente a otro lado. En eso tengo a dos radares en casa que siempre me han dicho : eh, ¿dónde estás? Vuelve. Los hijos son un regalo de PRESENCIA Y AUTONUTRIRSE Y EDUCARSE, para poder nutrir y educar.
Los límites llevan consigo el profundo respeto hacia ese ser y hacia nosotros mismos, son un camino de autoconocimiento impresionante, así que nos llevan a un equilibrio móvil, no siempre estaremos súper inspirados para dar esa respuesta perfecta, ni ese límite concreto si aún no hemos podido definirlo en nosotros mismos, pero el libro te da unas pautas increíbles hacia dónde manejarte o comprender qué está haciendo el niño, no está pretendiendo molestarme. Esa es una premisa que a mí siempre me ha ayudado y servido: no me toma el pelo, no quiero enfadarme ¿ qué me está queriendo decir? Desde esa confianza hacia ellos pueden tomarse mejores decisiones.
Del libro en concreto destacar ciertas cosas que me han llegado mucho como el hecho de decirles a los niños: «no me gusta que hagas eso» y darte cuenta que que no te guste no es un límite sino simplemente un pedido de que te complazca y eso le pone un peso encima tremendo. Mucho por autoreflexionar. O el apartado de la falsa empatía. O realmente valorar tres aspectos a la hora de marcar un límite… Están siendo herramientas valiosísimas.
Como experiencia personal, tuve la gran suerte de hacer una parte de mis prácticas en el centro WALDORF-PICKLER 7 ESTRELLES de Girona para niños de 0-6 años, centro en el que Sonia está plenamente implicada. Fue una de las mejores experiencias que he tenido en el ámbito de la educación Waldorf. Cuando salía al mediodía le hacía un audio a mi chico en broma, pero MUY seriamente, le decía: existe un lugar dónde los niños pueden ser niños de verdad. un lugar dónde el respeto es tan profundo que te deja sin palabras, dónde las maestras están tan enteras, tan trabajadas, dónde el orden es minuciosamente estudiado para que cada niño pueda ser atendido en sus necesidades. Un sitio dónde he visto la imaginación más creativa que he visto nunca en los niños actuales, tan faltos de la capacidad de poder crear imágenes propias hoy en día. Niños tranquilos y felices. Con todas sus cosas: morder, pegarse, tirar cosas…pero con unos límites tan respetuosos: sin culpas, sin etiquetas, sin moralejas… Si Rudolf Steiner levantase la cabeza diría: ASÍ, SÍ, Esta es la pedagogía que yo os dije.
Cuando regresé a casa e iba a buscar a mi hija a la Escuela libre dónde iba me parecía que todos los niños, con todos los respetos, se movían «como pollos sin cabeza» . Ahí me di cuenta que límite se entendía como no contrariar al niño en nada, como dotarle de libertad haciendo lo que le viniese en gana. Sonia nos hace entender en el libro que libertad es dotar al niño de ambientes seguros dónde puedan moverse y desarrollarse en libertad. Como ella misma dice : ¿libres? sí ¿educados? también. Y yo añado después de haber devorado el libro ¿respetados? por supuesto. Se puede. Pero un respeto que nace no de una visión adultocentrista sino del verdadero conocimiento del niño.