Mint with boots

Qué triste tiene que ser no tener la libertad interior para poder hacer lo que te de la gana, no me imagino diciéndome a mi misma: «- Ahora que eres madre, ya no puedes saltar ni ser feliz, compórtate.»
Mi madre, que está bastante loca o digamos mejor que es un poco excéntrica y es un aspecto que, en positivo me encanta (cuando le entra la locura absoluta ya no).,ella sigue yendo en bici, a bailar Jazz (for grandmothers, que dice ella), a andar con los perros, a ponerse de ropa lo que le sale de la punta del sombrero…
Hace mucho tiempo que, observando a mi alrededor me he dado cuenta que despierto sentimientos encontrados en la gente, sobretodo la más conservadora. Muchas, muchas, demasiadas veces, me han dicho: «tú es que tienes esto y aquello», gente que tiene mucho más dinero que yo (no es difícil), mucha más estabilidad emocional, personal, familiar, muchas más facilidades en todos los aspectos (tampoco es difícil)…y me tienen digamos «envidia».
Una buena amiga me dijo un día: «No es que seas más alta, más baja, más rica…es que eres feliz, eso se desprende al verte. No tienes miedos y haces lo que te da la gana, emprendes proyectos sin dinero, vives con pasión todo lo que haces. La felicidad es lo que más jode a los demás en esta vida.»
¿Por qué?Todos tenemos las mismas opciones de ser felices, aún en las peores circunstancias. Hoy opino especialmente esto después de la muerte de Nelson Mandela, una persona que pasó 27 largos años en la cárcel y aún así salió defendiendo y luchando por unos ideales, no esperó a que la muerte le llegase lamentándose.
La peor cárcel, la peor pobreza, la peor tristeza es la de espíritu…Y eso, o lo trabajas y cultivas, o te juro que con dinero no se compra.
La felicidad que siento y se transmite en estas fotos es por un simple día de sol, viendo a mis perras correr felices, observando la naturaleza y todo su poder, toda su riqueza exuberante, con mi chico al lado y mi pequeña durmiendo apretada contra su pecho.