Semana dura entre resfriados, trancazos y visitas con sabor amargo a despedida. Todos se van y nosotros seguimos aquí, como ese faro que despide a los viajeros pero siempre se queda observando e iluminando el camino, siempre en el mismo sitio. Pillándole un poco más el «tranquillo» a eso de ser madre, aunque deseando ser un poco yo, aunque sea sólo un poquito, en ese 24/7 que es esta tarea no remunerada. Se va una de las personas más importantes de mi vida, la más importante después de Jordi y Violette. Es un sentirse vacía, sola e incluso un poco viuda, perder poco la sensación de «sentido» al estar aquí, haciendo «esto» si ya no tengo ese vínculo de unión con mi tierra, mi gente e incluso con mi propio ser. Se va un hermano, un amigo, la persona con la que más he intimado en la vida, una alma gemela en el mejor sentido de la palabra.
Y mientras Violette ha pegado un buen estirón y ha descubierto sus manos. Está activa, observando todo, interactuando con el mundo y sus gentes, risueña, alegre y tranquila. Y además:
Rosa y Juliette nos han mandado este regalo tan bonito: dos llaveros y un portachupetes con mi nombre.
Un rayo de sol mientras duermo en el coche en estos días tan fríos
Mi tía Raquel, recién llegada de Zurich, con escala en Pamplona, para irse a Australia.
Frío…
Tanto aire que parecía que se llevaba el cochecito volando conmigo dentro
Los guantes molones del cochecito
¿Quién dice que no nos parecemos?
La despedida más triste…Me he reído y divertido un montón con Lucho. Te echaremos taaaaanto de menos…
Esta semana me he descubierto las manos…
Descubriendo el mundo…
Retratos para el recuerdo.