Semana difícil y bonita a la vez. Ver crecer a una peque, los cambios alucinantes de un día a otro, el ritmo que cogen los días y las horas, fuera del tiempo y espacio que rige el mundo conocido… Y dentro de este: stress, cansancio, fiebre, mastitis (imagino que quizás esto es como las hemorroides que se vive en secreto…qué más da), dolor de garganta, tristezas y lloros momentáneos, ganas de recuperar ciertas parcelas de mi vida, recuperarlas con ella, eso sí y encontrar el equilibrio entre mi espacio y el suyo. Eso sí que es difícil, compartimos el mismo pero aún así, hay que encontrar pequeñas parcelas para poder respirar, como veinte minutos frente al ordenador actualizando el blog, o poder peinarse (¿qué es eso?), vestirse…Difícil equilibrio, al menos para mi. Antes tenía una vida, y antes de estar embarazada, otra. Ahora…esta es mi vida, o la suya, o la de las dos. Maravilloso invento el de la cuarentena: seis semanas para retirarse «legalmente» del mundo y aprender a conocernos la una a la otra. Los bebés nacen con un equilibrio perfecto y nosotros los «escacharramos» sin querer: llora mucho, no duerme, me mira mal…No dejamos de proyectar desde el primer momento. ¿Por qué necesita llorar? ¿Le dejas dormir? ¿Cómo quieres que te mire si estás como una regadera?jajaja En fin…Si nos echáramos las culpas a la espalda, que estas sí que no existen en el reino animal (ya que últimamente hablamos de hacerlo todo tan natural), todo funcionaría mejor, dentro de un equilibrio perfecto, perfecto entre madre e hij@, no entre madre/hij@/mundo. Pero esto es sólo mi humilde opinión.
Gafas: Asos
Falda y Camisa: Modcloth
Zapatos: Nice Things