Una de las cosas más bonitas de vivir en un pueblo como el nuestro es que cualquier paseo diario perruno puede convertirse en una aventura por esas que la gente paga los fines de semana en las casas rurales. En este caso: salir a pasear y terminar con un cesto un par de horas recogiendo cerezas. Cerezoterapia lo llaman los mismos que las estaban recogiendo. Y realmente lo es: toda la familia y generaciones, con los perros, de árbol en árbol, hablando o callando y escuchando…Fue terriblemente relajante y divertido. Phoebe y Lloba se pusieron las botas de comer cerezas del suelo.
Lo chocante de todo esto, es que luego llegas a casa, te duchas y te vas a trabajar, renovado, como si hubieses estado de vacaciones justo un par de horas antes. Estas son las cosas maravillosas de vivir aquí.