Y de repente…Sol… Sol y silencio. Una abeja zumbando, los restos del agua de las lluvias que corren al margen del camino…¡Escucha! un pájaro carpintero. Y nada más…El árbol centenario nos habla cuando el viento pasa a través de él y las golondrinas juegan encima del trigo. Descubro por fin mi tripa al sol y te digo: ¿lo ves? esto es lo más importante en la vida. Estos momentos, esta fortuna, este «no necesito nada más para vivir»… Qué afortunados de vivir en este entorno, sólo necesitaba que un rayo de sol me iluminara de nuevo el camino, tenía la vista absolutamente nublada. Dos horas de paseo, de meditación ,de silencio sentadas entre cerezos, nogales, trigo, mosquitos y golondrinas juguetonas. Las perritas royendo un palo, rebozándose en la hierba, sentadas a mi lado. Creo que nos pasamos más de media vida pagando dinero por revivir este tipo de experiencias, que están ahí, al alcance de la mano de todos. Sólo hay que querer alargar el brazo.