Poca gente se cree que realmente la naturaleza te pueda sanar y curar. A mi me parece muy lógico e incuestionable, pues, como el amor de una madre puede curar, el amor de aquello más grande de dónde provienes también. No hablo de homeopatía, ni Flores de Bach…Medicinas en las que creo totalmente, sean o no placebo, hablo de regresar a una vida rodeada de tu esencia: árboles, animales, insectos, estrellas, niebla, lluvia, sol… Por eso puedo decir que mi vida empezó en Echarri, por eso lo digo tan y tan convencida.
Para las personas con una salud delicada, como yo, el regreso a una vida como esta, es la clave de la sanación: espiritual y emocional. No sé si física. Como sólo puedo hablar de mi experiencia, de momento, mis emociones y mi cabeza están en el mejor momento que hasta ahora he conocido, pero mi cuerpo, parece que va por otros derroteros. Difícil de entender si pensamos que somos un todo unido e indivisible, y yo misma soy de las que cree en eso pero, me doy cuenta que a pesar de intentar conocer, informarse…No sabemos nada. Basamos nuestra vida en un sistema de creencias que nos sustenta, nos beneficia o nos perjudica, pero al fin y al cabo nos ayuda a sobrevivir o a sobremorir. No sabemos nada.
Los médicos son los que menos saben. Llevo un mes de periplo médico: «son los ovarios», «es el digestivo», «es la rodilla» y la mejor: «son los nervios». Ni soy un nervio, ni una rodilla, ni un ovario…soy un ser humano, simple y complejo a la vez. Y vosotros también, así que muchas veces agradecería más que me dijeseis: «oye, imposible comprenderte, no sabemos lo que tienes.»
Comparo el médico con la caja del supermercado y en ambos casos sólo me falta Jesús Vázquez diciendo: «¡Te quedan treinta segundos y estarás eliminada!». Treinta segundos para meter todo en bolsas sin que el de atrás reniegue; treinta segundos para separar los congelados, de los embutidos, la verdura de la pasta; para poner las cosas que se chafan en una bolsa separada de las que pesan; treinta segundos para meter todo en bolsas de papel de fumar (que te cobran para ayudar al medioambiente y luego te sacan papel y papel de tickets, ofertas y demás…Eso es tema para otro día) y al final del concurso, el que tienes que pagar eres tú. Nadie te regala nada, no hay premio.
En el médico es lo mismo: treinta segundos para hacer entender a esa persona que no tiene ganas de comprenderte que no te encuentras bien, que haces lo posible para que no sea así, que has probado la homeopatía, las flores, el Reiki, la Sanación , la aceptación femenina, danzar bajo la lluvia, el paracetamol, los anticonceptivos, el quedarte embarazada, el comer sin gluten, sin lactosa, sin huevos, has ido al fisio, haces rehabilitación, llevas una vida sana, vives en el monte, no bebes, no sales de fiesta y aún así doctor…no estoy bien, tengo fiebres, me siento cansada, me lesiono la rodilla,se me hincha la tripa, tengo diarreas, unas reglas horribles, no me quedo embarazada, no me funciona el Paracetamol ni el Ibuprofeno…¿qué hago doctor?
Y tampoco gano el concurso, el señor no me entiende, no sabe…pero es evidente:
– Todo esto que tiene, señora, es de los nervios…Sólo hay que ver lo rápido y apresurado que habla… Padece stress, es obvio…
Así que llego a Echarri y me tumbo en una cama de hojas naranjas y rojas. Aquí es dónde, definitivamente, he empezado a respirar y a vivir.