Esto es lo que pasa cuando te gustan los animales. El viernes, a las diez de la noche, volviendo de trabajar me encontré con un perrito en la carretera al que estaban a punto de atropellar. Di media vuelta, no le vi, me tuve que regresar al pueblo vecino, girar, y al regresar un coche casi le atropella. Luego me pare con cuatro intermitentes en medio de la carretera, gran error, pero bueno, conseguí subirle al coche y llevarlo a casa. El pobre, muy cariñoso él, parecía un macho desorientado buscando a alguna hembra en celo. La cuestión es que consiguió lo que buscaba, pero claro, Phoebe no está a su altura, literalmente. El pobre debía pensar:
-¿y esta rubia loca por qué me secuestra?Y se ha pasado la noche llorando y rascando y sin dejarnos dormir. A las siete de la mañana me he puesto en pie en busca de sus dueños y he ido andando hasta el pueblo vecino. Nadie sabía de quién era ese perro, así que al decidir regresar a casa él se ha puesto muy nervioso y me tiraba en dirección contraria. Lo he soltado, no se puede retener a quién no quiere, no?- he pensado. Se ha ido corriendo, le hemos seguido y se ha metido en una finca por debajo de la valla, muy contento, imagino que seria su casa pues había una casita de su tamaño. Poco más se puede hacer, creo que al menos lo he salvado de morir atropellado esta noche. El resto, he sentido que estaba en su camino…Y en el mío, estas preciosas flores en mi camino de regreso a casa, a las 9 y media de la mañana, una hora y pico después de salir de expedición…Espero poder decir eso de: bien está lo que bien acaba.