Diario de a bordo de una chica itinerante. Hasta ayer no me he podido sentar frente a un ordenador como Dios manda, o quizá es que después de quince días el ordenador de mi madre ha conseguido abrir la página.Llegué un jueves y el viernes empezaba un curso con Lynn Simonson, que volvía a España después de cuatro años.
Necesitaría una página entera para describir esos cinco días (mitad para lo bueno, mitad para lo malo). Pero acabaron y a pesar de todo lo aprendido, me despedí con alivio y cara de incredulidad por algún que otro comentario. Curso que enlacé con uno de danza afrocubana, dos horas a cuarenta grados sin ventilación. Sudé las toxinas de la Navidad del 93, creo yo, por no ir más lejos porqué no tengo conciencia de mucho más allá.
Un par de días de descanso para empezar con el Hip-Hop. Tras problemas de hospedaje y ferroviarios, llego el primer día media hora tarde al curso y me encuentro con gente que sólo con mover un dedo hace que se me caigan los pantalones al suelo. No disocian hombro de codo sinó pelo de pelo (y no voy a decir de dónde). Y yo, cual pato mareado hasta cogerle un poco el tranquillo aunque al negro de dos metros no hay quién le siga. Ni él mismo, todo sea dicho.
Un par de días más de descanso y contacto con el más allá que me deja fría, literalmente. ¡Ah! Y sesión de gimnasia consciente, un puntazo (libera tu mente, relaja tu lengua…).
Son casi las 3 de la madrugada, sentada frente a un ordenador a los pies del Montseny, dueña de una casa enorme en mitad del bosque que no me pertence. ¿Retiro espiritual? sí, por favor.
Cambio House y Popping por un intensivo de Lockin porqué necesito descansar mis músculos.
-2 libros
-2 libros
– 4 en espera
– en marcha: la curiosa muerte del niño ostra, de Tim Burton.
P.D: Lloba rapada. Si no lo veo no lo creo. Le han dejado el culo como un mandril.